Nota publicada en el diario LA NACION el 25 de marzo 2009
Cuanto habrá de cierto en que cada vez son más los adolescentes que se suman a alguna de las llamadas tribus urbanas: floggers, emos, raperos, góticos, fox, antifloggers o antiemos, etc. Aunque la afirmación provenga de especialistas muy respetables, cuya estimación señala que entre el 20 y el 30 por ciento de los adolescentes se identifican hoy con alguna de ellas (y con las que estén por venir, porque todos los días surge una combinación diferente), no parece que ni sus vestimentas ni sus formas de comunicación ni las tendencias que intentan imponer vayan a dejar huellas duraderas en la sociedad argentina de hoy, tan jaqueada por sinsabores de todo tipo, el primero de ellos la inseguridad.
Quizá debido al hecho de que en el mundo entero una de las cosas que más "vende" es lo que va dirigido a los adolescentes, ya sean chiches electrónicos, películas, libros o ropa, es que este fenómeno realmente minoritario ha ocupado tanto lugar en la prensa escrita y televisiva locales.
Pero el hecho de que en la actualidad los medios de comunicación y los estudiosos presten mucha más atención a estas comunidades adolescentes que lo que podía ocurrir en los años 60 con los hippies, a pesar de la reconocida influencia cultural que aquéllos tuvieron, puede atribuirse a dos razones.
Por un lado, existe una extendida y lamentable banalización de las lecturas sociales sobre sectores muy pequeños de la identidad adolescente, siempre cambiante y extrema, porque ésa es su característica principal hasta alcanzar la meta de la adultez.
Por el otro lado, se agrega el hecho de que parece que toda la sociedad global se dejara arrastrar por cierta "infantilización", olvidando las responsabilidades que les caben a los padres, en primer lugar, y a todos los que habitualmente están en contacto con los jóvenes.
Es lógico que cuando los jóvenes no encuentran referentes adultos en quienes identificarse para convertirlos en modelos por seguir en su próxima vida adulta, se vuelquen sobre sus propios referentes, es decir, aquellos con los cuales comparten las mismas incertidumbres sobre cómo encarar el futuro -un hecho que, en estos tiempos de crisis global, se vuelve ciertamente ominoso-, y busquen lo que consideran caminos o salidas más o menos superficiales. Ocurre entonces que pueden arrimarse a las denominadas "tribus urbanas", sintiéndose contenidos en alguna de ellas y aferrándose, en ocasiones, a ellas hasta el extremo de la intolerancia hacia otros grupos. O, lamentablemente, también pueden optar por vías mucho más peligrosas, como son las adicciones, no sólo a las drogas, sino también al alcohol.
Pero, en cualquiera de estas elecciones mencionadas, sabemos que no está comprendida la mayoría de los adolescentes y jóvenes argentinos que todavía siguen soñando con construir con sus mayores un país digno de ser vivido por ellos, sus familias y sus descendientes.
No hay que equivocarse, entonces, y no hay que juzgar apresurada y parcialmente a muchos por unos pocos. (Hasta aquí el artículo).
Comentarios sobre la nota
Como docente tengo la plena conciencia que el sector educativo, desde sus planes de estudio a la labor docente aúlica, se promueven y enfatizan valores y aptitudes como el respeto, el cuidado por la salud, la comunicación clara, la no discriminación, etc.
Quien quiera opinar a que eso "no sucede" puedo dar fe que en mi salón de clase si, y los adolescentes responden a esos "límites" sin ninguna resistencia, ni lo viven como una situación traumática de enseñanza. Todo lo contrario. Para los que dicen que "la educación es la clave", sugiero útil recordar que la educación formal y escolarizada no da ningún resultado si la sociedad no la acompaña con modelos ejemplares y conductas coherentes con los principios que se busca promover. Y en éste caso, la primer "tribu" con la cual deben sentirse identificados, con la calidad de pertenencia, y los límites claros es la familia, especificamente "mamá y "papá".
Hasta el momento en que los progenitores no asuman sin culpas y con un dejo de infantilismo su rol, cualquier intento por más bien intencionado que sea solo será un "parche" o un "lifting" social.
Prof. María Fabiana Martinelli Celi.
ARGENTINA.
BUENO, MUCHAS VECES NOSOTROS TRATAMOS DE IMITAR LA MANERA DE VESTIRNOS, DE HABLAR, DE CAMINAR,ETC; NO NOS DAMOS CUENTA QUE SOLO ES ALGO PASAJERO Y DEBEMOS SER NOSOTROS MISMOS, SI TRATAMOS DE LLAMAR LA ATENCIÓN DEBEMOS HACERLO COMO SOMOS REALMENTE Y NO DEBEMOS IMITAR COSAS QUE NO VAN CON NOSOTROS AUNQUE NOS GUSTE COMO LUSCA OTRA PERSONA, NOSOTROS TENEMOS QUE TENER AUTORIDAD Y DEJAR DE ACTUAR ASÍ.
BUENO, MUCHAS VECES NOSOTROS TRATAMOS DE IMITAR LA MANERA DE VESTIRNOS, DE HABLAR, DE CAMINAR,ETC; NO NOS DAMOS CUENTA QUE SOLO ES ALGO PASAJERO Y DEBEMOS SER NOSOTROS MISMOS, SI TRATAMOS DE LLAMAR LA ATENCIÓN DEBEMOS HACERLO COMO SOMOS REALMENTE Y NO DEBEMOS IMITAR COSAS QUE NO VAN CON NOSOTROS AUNQUE NOS GUSTE COMO LUSCA OTRA PERSONA, NOSOTROS TENEMOS QUE TENER AUTORIDAD Y DEJAR DE ACTUAR ASÍ.
ATENTAMENTE KARLA VÁSQUEZ.
Los modelos que seguimos en la adolescencia en la construcción de nuestra identidad son parte importante en nosotros. El problema está cuando exageramos las cosas y dejamos de ser nosotros mismos y nos convertimos en alguien que no concuerda con nuestra realidad.
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